Carta de un compañero al Defensor del Pueblo

Soy funcionario interino, profesor del cuerpo de Profesores de Educación Secundaria en la Comunidad de Madrid.

Me permito suponer, para no alargar esta queja innecesariamente con datos y cifras, que usted está al tanto del conflicto que ha estallado entre la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid y el conjunto de los profesores de la educación pública madrileña a raíz de los inesperados e inadmisibles, bajo mi punto de vista, recortes con los que la Consejería pretende iniciar este curso.

Como Defensor del Pueblo le pido que atienda las peticiones de los profesores ante lo que considero una agresión en toda regla a la educación pública, y más allá de esto, a la consideración y respeto que, como personas en primer lugar, como profesionales en segundo, y como figura de autoridad en último término, merecemos los profesores. Podría aquí añadirle datos al respecto; si desea se los puedo enviar personalmente a su correo.

Le solicito que defienda públicamente a los docentes de las falsedades e injurias pronunciadas por Esperanza Aguirre, Lucía Figar y Ana Botella contra ellos desde el uno de septiembre.

Como ciudadano español entiendo que es absolutamente intolerable que un político pueda decir públicamente y en los medios, sin posibilidad de réplica ni contrargumentación, con total impunidad, lo que se le antoje acerca de un colectivo, sin que ello comporte sanción alguna.

Es una situación moralmente inaceptable a todas luces, pero además considero que atenta contra el respeto institucional que merece una figura considerada, al amparo de la ley, figura de autoridad, como es el caso de un profesor.

Por eso espero de usted que intervenga en este conflicto, a los efectos que le competan, mediando para que nuestros derechos y respecto como colectio, así como el respeto y colectivo de las familias y alumnos con los que trabajamos, tengan una consideración impecable por las instituciones gubernamentales.

Quiero terminar esta carta agradeciéndole de antemano su intervención en favor de un colectivo moralmente muy dañado, humillado, y ofendido, y que tiene en sus manos la nobilísima tarea de educar (no sólo de formar) a los futuros ciudadanos españoles, sobre todo aquellos que por su situación familiar o económica son los más desfavorecidos.

Esperando ser atendido con la máxima prontitud, tal y como la situación lo demanda, se despide atentamente...

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